By Rosa Miriam Elizalde
LA JORNADA
Since Netflix decided to release The Wasp Network on June 19 to reach the captive audience of the Covid-19, the film has become a media hit for unconventional reasons.
In Florida they have threatened to burn cinemas, if the film is ever shown in theaters, and signatures are collected to force Netflix to withdraw the film, without understanding that the download site is not a television channel. People have the option of watching it or going on, although the scandal must have boosted the rating of a film that had passed through the Venice Film Festival without any pity or glory, despite a celebrity cast headed by Penélope Cruz.
But in Miami, right now, the theme of the film has become a sort of anti-communist conga with all the local media dancing the cool step of attacking the French director, Olivier Assayas, accusing him of making propaganda for Cuba. The great detail is that The Wasp Network narrates real events that have been documented by the United States authorities themselves, in a trial that is considered to be the longest in the history of that country’s jurisprudence and in which three generals, an admiral, a former presidential advisor and self-confessed terrorists, who appear on screen as what they are, testified.
The Wasp Network’s plot begins in Havana in the early 1990s. René González (Edgar Ramírez in the film), a flight instructor at a military airbase, steals a plane and flees Cuba. He begins a new life in Miami, away from Olguita, his wife (played by Penelope Cruz) and their young daughter. Other Cuban defectors soon follow him and set up a network to infiltrate various organizations based in that city, responsible for attacks on the island, including a bombing campaign against hotels that killed an Italian tourist. Instead of capturing and prosecuting the terrorists, responsible for atrocious crimes, the U.S. government locks up and subjects the Cuban agents to blackmail and punishment.
It’s the story of what happened in its pure state, naked in the opinions or interpretations of the screenwriter and director; an intolerable truth for one of the real characters in the film, José Basulto. He presented himself in those years as a good samaritan, savior of rafters in the Florida Straits, but he supported his excursions with drug trafficking, cheerfully violated Cuban airspace and financed shootings against bathers on the beaches.
Paradoxically, the evidence of his crimes was not provided by the Cuban Ministry of the Interior, but by the FBI, which was aware of everything that was going on, as the film shows. Now Basulto shouts against Netflix and shakes his fist in front of the cameras, “I more than agree with Trump that the relationship and agreements with Cuba should be terminated”.
Here is a story that seems merely anecdotal of events that occurred more than 20 years ago, but which is current if you look at it correctly. Real people like José Basulto or Luis Posada Carriles, who organized the bombing of hotels in Havana and the sabotage of a civilian airplane in which 73 passengers and crew members died, are not marginal in American society today. The Cubans on the island who saw The Wasp Network at the Havana Film Festival last December know that the hatred that inspired the Miami attacks in the 1990s permeates the speeches of President Donald Trump today and conquers other radicals who swarm the Facebook forums and YouTube channels linked to the white supremacists. Moreover, George W. Bush unleashed his war on terrorism from others while protecting "his" terrorist friends at home, and now Trump courts Florida’s arsonists and is evasive in condemning the right-wing extremists who have left a trail of death during his administration, from Charlottesville to Minneapolis to El Paso.
A study by the U.S. Extremist Crime Database indicates that 74 percent of the terrorist attacks that occurred on U.S. soil after September 11, 2001, through 2016, were the work of the extreme right. Since Trump became president in 2017, the majority of attacks against defenseless civilians have been carried out by supremacists. The profile of the aggressor does not vary much: a white man, inspired by other violent acts and speeches, and with easy access to assault weapons. He is the archetype of Joseph Basulto, who benefited as the current right-wing extremists from the American law, which allows only foreign groups, organizations, or attackers to be designated as terrorists.
Virtues and shortcomings of realization aside, The Wasp Network is unusual and courageous. It focuses on explaining what was hidden for decades and still does not want to be looked at head-on; that is why Cuban agents were sent to the United States in the first place. This is the heart of the story that has set the networks on fire, that tries to censor it on Netflix and that has the right-wing making common cause against the Spanish vice president, Pablo Iglesias. He joined the film’s Twitter feed with three words of unsurpassed precision: Sight. Heroes. Big Movie.
Source: La Jornada, translation Resumen Latinoamericano, North America bureau
READ HERE THE SPANISH ORIGINAL VERSION OF THE ARTICLE ABOVE
La Red Avispa pica en Miami
En Florida han amenazado con quemar cines, si ésta se exhibe algún día en las salas de estreno, y se recogen firmas para obligar a Netflix a retirar el filme, sin entender que el sitio de descargas no es un canal de televisión. La gente tiene la opción de verlo o seguir de largo, aunque el escándalo debe haber disparado el rating de una película que había pasado sin pena ni gloria por el Festival de Venecia, a pesar de un elenco de celebridades que encabeza Penélope Cruz.
Pero en Miami, ahora mismo, el tema de la película se ha convertido en una suerte de conga anticomunista con todos los medios locales bailando el paso tan chévere de atacar al director francés, Olivier Assayas, acusándolo de hacer propaganda en favor de Cuba. El gran detalle es que La Red Avispanarra hechos reales que han documentado las propias autoridades de Estados Unidos, en un juicio que es considerado el más largo de la historia de la jurisprudencia de ese país y en el que testificaron tres generales, un almirante, un ex consejero presidencial y terroristas confesos, que aparecen en pantalla como lo que son.
La trama de La Red Avispa comienza en La Habana, a principios de la década de los 90. René González (Edgar Ramírez en la película), instructor de vuelo en una base aérea militar, roba un avión y huye de Cuba. Comienza una nueva vida en Miami, lejos de Olguita, su esposa (que encarna Penélope Cruz) y su hija pequeña. Otros desertores
cubanos pronto le siguen y arman una red para infiltrarse en diversas organizaciones con sede en esa ciudad, responsables de ataques en la isla, entre ellos una campaña de bombas contra hoteles que causa la muerte de un turista italiano. En vez de capturar y procesar a los terroristas, responsables de crímenes atroces, el gobierno de Estados Unidos encierra y somete a chantaje y castigo a los agentes cubanos.
Es la historia de lo que pasó en estado puro, desnuda de opiniones o interpretaciones del guionista y el director; una verdad intolerable para uno de los personajes reales que se asoma en la película, José Basulto. Él se presentaba por aquellos años como un buen samaritano, salvador de balseros en el estrecho de Florida, pero sostenía sus excursiones con el narcotráfico, violaba alegremente el espacio aéreo de Cuba y financiaba los tiroteos contra bañistas en las playas.
Paradójicamente, las pruebas de sus crímenes no las aportó el Ministerio del Interior de Cuba, sino el FBI, que estaba al tanto de todo lo que ocurría, como reseña la película. Ahora Basulto vocifera contra Netflix y enseña el puño ante las cámaras: Estoy más que de acuerdo con Trump en que se ponga fin a la relación y acuerdos con Cuba
.
Hay una historia que parece meramente anecdótica de hechos que ocurrieron hace más de 20 años, pero que es actual si se mira correctamente. Gentuza como José Basulto o Luis Posada Carriles, organizador de la estela de bombas contra los hoteles en La Habana y del sabotaje a un avión civil en el que murieron 73 pasajeros y tripulantes, no son marginales en la sociedad estadunidense hoy. El cubano de la isla que vio La Red Avispa en el Festival de Cine de La Habana, en diciembre pasado, sabe que el odio que inspiró los ataques de los mayamenses en los 90, permea hoy los discursos del presidente Donald Trump y conquista a otros radicales que pululan por los foros de Facebook y canales de YouTube ligados a los supremacistas blancos. Más aún, George W. Bush desató su guerra contra el terrorismo de los otros, mientras protegía en casa a sus amigos terroristas, y ahora Trump corteja a los incendiarios de Florida y se muestra evasivo a la hora de condenar a los ultraderechistas que han dejado una estela de muertos durante su administración, desde Charlottesville hasta Minneapolis, pasando por El Paso.
Un estudio del U.S. Extremist Crime Database señala que 74 por ciento de los ataques terroristas ocurridos en suelo estadunidense después del 11 de septiembre de 2001 hasta 2016, fueron obra de la extrema derecha. Desde que llegó Trump a la presidencia en 2017, la mayoría de los ataques contra civiles indefensos se deben a los supremacistas. El perfil del agresor no varía demasiado: hombre blanco, inspirado por otros actos y discursos violentos y con cómodo acceso a armas de asalto. Es el arquetipo de José Basulto, quien se benefició como los ultraderechistas actuales de la ley es-tadunidense, que sólo permite la designación de terroristas a grupos o atacantes extranjeros.
Virtudes y defectos de realización aparte, La Red Avispa es insólita y valiente. Se concentra en explicar lo que fue ocultado por décadas y aún no se quiere mirar de frente: por qué fueron enviados a Estados Unidos los agentes cubanos. Este es el corazón de la historia que ha incendiado las redes, que intentan censurar en Netflix y que tiene a la derecha haciendo causa común contra el vicepresidente español, Pablo Iglesias. Él acompañó el cartel de la película en Twitter con tres palabras de precisión insuperable: Vista. Héroes. Peliculón
.
* Periodista
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International License
Do people get the government they deserve?
This bloodsoaked monster is probably the most evil person on planet earth https://t.co/nGq2H1EPHt
— Ben Norton (@BenjaminNorton) April 9, 2020
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